Me he pasado la vida dando vueltas, buscando. Desde niña. Estudié varios instrumentos, solfeo, karate, escalada … todo me gustaba pero nada me llenaba. De mayor seguía igual. Estudié la carrera de Educación Social después de haber vivido en Londres (allí también me fui en busca de algo que no encontré). Después de la carrera trabajé un tiempo en Bilbao y de allí comencé a hacer viajes a África y América latina. Visité casi todo el continente latinoamericano y acabé trabajando de guía de viajes en Papúa Occidental.

Tras años de idas y venidas regresé a Madrid y casi por casualidad comencé a trabajar en una productora audiovisual. El trabajo me encantaba y se me daba bien, así que acabé montando una pequeña empresa con unos amigos. Todo iba bien, pero yo seguía buscando.
Tuve hijos, llegó la crisis y mi marido y yo decidimos irnos a vivir a Nicaragua unos años. Otra experiencia más. Allí tuve la oportunidad de pararme, de escucharme por fin. Y descubrí que lo único que me había acompañado durante todos esos años era el yoga. Comencé a practicar yoga con 20 años y no he dejado de hacerlo desde entonces. El yoga me ha acompañado en los momentos buenos y en los no tan buenos. Me ha acompañado en los embarazos, en las despedidas de gente querida, en las decisiones importantes… así que decidí formarme para profundizar y poder compartir todo lo que me había aportado. La sorpresa fue que al comenzar a dar clases el yoga ha seguido aportándome felicidad, bienestar y aprendizaje. Disfruto dando clase, me siento afortunada y feliz de poder dedicarme a algo tan bonito y enriquecedor.

Seguiré buscando, pero ya tengo una dirección.

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